Elección Presidencial del 23 de febrero de 1958, que consagra a Arturo Frondizi Presidente de la Nación. Contexto histórico y significación institucional del comicio

El 23 de febrero de 1958 se realizaron las elecciones que llevarían a Arturo Frondizi a la Presidencia de la Nación Argentina. En ese mismo sufragio se eligieron, además de Presidente y Vicepresidente, diputados y senadores nacionales, gobernadores y legisladores provinciales, intendentes y concejales municipales.

Con más de ocho millones y medio de sufragios, lo que representó casi el 91% del padrón, fue la elección con mayor participación de la historia argentina, y de la cual la fórmula de la Unión Cívica Radical Intransigente, que llevaba a Arturo Frondizi y Alejandro Gómez como candidatos a Presidente y Vicepresidente respectivamente, obtuvo el 53% de los votos. Esto significó que la UCRI se alzara, además de los cargos de Presidente y Vice, con el 70% de la Cámara de Diputados, la totalidad de la Cámara de Senadores y todas las gobernaciones provinciales.

Con el Poder Ejecutivo y Legislativo en sus manos, sólo restaba resolver la tercera pata del sistema republicano, el Poder Judicial, y es por esto que Frondizi toma la decisión de ampliar la Corte Suprema de Justicia, que hasta el momento contaba con 4 miembros, y ahora pasaría a tener 7 miembros.

En segundo lugar quedó la fórmula integrada por Ricardo Balbín como candidato a presidente y Santiago H. del Castillo como candidato a vicepresidente, con el 34% de los votos. Estas fórmulas son consecuencia de la división generada dentro de la UCR en la convención del partido de noviembre de 1956, en la cual Frondizi plantea un acercamiento al Peronismo y la negociación con el líder exiliado, mientras que Balbín no era afín a esta idea.  Esta división que durante mucho tiempo se expuso como el punto bisagra para el quiebre dentro del partido, en realidad fue un tanto superficial. La división más fuerte que se planteó entre ambos candidatos tenía que ver con las políticas interiores y exteriores que defendía cada uno.

Frondizi proponía un desarrollo científico y de las industrias pesadas, con inversión extranjera y tecnología de alta complejidad, manteniendo el CONICET, el INTA y el INTI, un programa de estabilidad económica-financiera-social y un plan de expansión nacional basado en la intensificación de la producción de petróleo, carbón, siderurgia y energía, lo cual derivaría en el autoabastecimiento petrolífero y gasífero, condiciones fundamentales para eliminar las diferencias sociales y regionales. También promovió la educación universitaria de iniciativa privada.                                                                              Balbín era partidario de mantener una política económica del estilo agrícola ganadero, exportador de materias primas, afín a la desarrollada por la autoproclamada Revolución Libertadora.

También agudizaron este quiebre las posturas frente a los fusilamientos de José León Suarez, ocurridos el 9 de junio de 1956, ante los cuales Frondizi planteó su postura en desacuerdo, mientras que Balbín se proclamó a favor de esto y de las medidas que profundizaban la “desperonización” del país.

Las elecciones de 1958, convocadas por el presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, se dan dentro de un marco de condicionamientos y limitaciones por parte de las fuerzas armadas: la proscripción del Partido Peronista, y la prohibición de participación de los ciudadanos de La Pampa, Misiones y Tierra del Fuego.

Con este panorama, y analizando la experiencia inmediata de las elecciones constituyentes -en las cuales el voto en blanco obtuvo más del 24%- y que según el propio Perón, era el único medio de expresión electoral que recomendaba a sus partidarios, Frondizi supo que el camino era una alianza con el Peronismo.

La dictadura militar que encabezaba Aramburu apoyó abiertamente la fórmula Balbín – Del Castillo, y recibió con mucha sorpresa la noticia en la cual el ex presidente Juan Domingo Perón, dio su apoyo a la fórmula encabezada por Frondizi. Esto tuvo como consecuencia una victoria rotunda de la Unión Cívica Radical Intransigente, por casi el doble de votos que la fórmula de la Unión Cívica Radical del Pueblo. Sin embargo, este apoyo le significó al gobierno de Frondizi, estar bajo la mirada constante y el hostigamiento de las fuerzas armadas, que vieron cómo se desvanecía su plan de mantener un presidente elegido democráticamente, pero que respondiera a sus planes económicos y políticos.